El concepto de crear un oasis, inspirado en la idea del Locus amoenus como el lugar idílico y seguro dentro del duro clima de Madrid, fue el hilo conductor de este magnífico proyecto ubicado sobre un ático que se distribuye en tres niveles.

La funcionalidad y la continuidad del acceso a cada una de las estancias es la clave para que a pesar de la segregación de las mismas, el jardín se entienda como una unidad sencilla, elegante y atemporal.

La piscina se rodea de una profusión de copas y vegetación mediterránea que permite su uso discreto y siempre acompañado de una sombra. La pérgola embebida en una masa de rosales y jazmines trepadores generan el resguardo necesario de las altas temperaturas estivales, pero a la vez nos conecta con el paisaje más antrópico de la ciudad a través de los puntos de fuga creados. 

Por último, la sucesión de céspedes, setos y tapizantes mediterráneas nos acompañan a las distintas estancias de comedor y tertulia donde los elementos y la decoración se han inspirado en los colores y las formas de la arquitectura preexistente.

Paisajista: Gonzalo Morillo