Paseo del Conde de los Gaitanes
90°85'205.51''
La Moraleja, Madrid
En el entorno arbolado de La Moraleja, el jardín se concibe como una extensión tranquila de la vivienda, un espacio donde la arquitectura y la vegetación se equilibran con naturalidad. La casa se asienta en el centro del terreno, y el paisaje se despliega a su alrededor en una secuencia ordenada: al norte, un acceso recogido que acompaña la llegada; al sur, un ámbito más abierto donde el césped, los árboles y la lámina de agua definen la atmósfera del conjunto.
El acceso se estructura a través de un pequeño jardín en crucero, en el que los ejes se cruzan para enmarcar las perspectivas principales. Uno de ellos conduce hacia la entrada, y el otro se prolonga hacia la fuente central, alineada con la piscina, concebida como un espejo de agua. Esta sucesión de gestos —entrada, fuente y reflejo— da coherencia al conjunto y establece una relación continua entre la casa, el jardín y la luz.
Algunos de los árboles existentes se conservan como auténticos protagonistas. Su porte y su volumen aportan madurez y sombra, marcando el ritmo del nuevo jardín. En torno a ellos, los espacios alternan zonas abiertas y otras más densas, donde la vegetación filtra las vistas y matiza la luz.
La plantación reúne especies mediterráneas resistentes y sobrias: lavandas, achilleas, phillyreas, perovskias, salvias y gramíneas que se mueven con el viento. Las floraciones aportan color y textura, y el cambio estacional introduce variaciones sutiles que transforman el jardín sin alterar su calma.
El resultado es un jardín contemporáneo y equilibrado, que acompaña la arquitectura con discreción y revela su carácter a través de los detalles: la sombra de los árboles, el sonido del agua, el movimiento de la vegetación. Un espacio contenido y sereno, pensado para disfrutarse en el día a día con la misma calma con la que fue concebido.
La Moraleja, Madrid
Set within the tree-lined landscape of La Moraleja, the garden is conceived as a calm extension of the house —a space where architecture and planting find a natural balance. The residence sits at the centre of the plot, and the landscape unfolds around it in a deliberate sequence: to the north, a contained entrance garden that frames the arrival; to the south, a more open composition where lawn, trees and water define the atmosphere of the place.
The entrance is organised around a small cruciform garden, where the crossing of axes creates the main perspectives. One axis leads directly to the front door, while the other extends towards a central fountain aligned with the pool, conceived as a mirror of water. This succession of gestures —entrance, fountain and reflection— lends coherence to the composition and establishes a quiet dialogue between the house, the garden and the light.
Several existing trees have been preserved as true focal points. Their scale and volume bring maturity and shade, setting the rhythm of the new landscape. Around them, open areas alternate with denser plantings that filter views and soften the light.
The planting scheme brings together resilient Mediterranean species —lavender, achillea, phillyrea, perovskia, salvia and a range of grasses that move with the wind. The succession of blooms adds texture and colour, and the changing seasons introduce subtle variations that transform the garden without disturbing its calm.
The result is a contemporary and balanced garden that accompanies the architecture with quiet confidence. A space defined by the shade of trees, the sound of water and the movement of plants —a place to be lived slowly, with the same sense of calm with which it was conceived.